miércoles, 7 de abril de 2010

Cabaré de Caricia y Puntapié, finalista en los Max


HERALDO. El GatoNegro y la actriz Ana Labordeta, candidatos aragoneses a los premios Max (ver en pdf) 

La Fundación Autor de la SGAE ha dado a conocer los finalistas de la XIII Edición de los Premios Max de las Artes Escénicas, entre los cuales se encuentran la compañía de teatro aragonesa El Gato Negro que opta al Max al Mejor espectáculo de Teatro Musical por ‘Cabaré de caricia y puntapié’. ‘Cabaré de caricia y puntapié’, que se presentó hace un año en el Teatro Arenal de Madrid, ha realizado 70 funciones en diversas localidades españolas, entre ellas Zaragoza,donde se pudo ver el pasado mes de diciembre. Está protagonizado por Carmen Barrantes y Jorge Usón, que coescribieron la historia junto al director, Alberto Castrillo-Ferrer. Este último manifestaba que “llegar a finalistas de los Max ya es un premio en sí mismo, es un orgullo competir con gente como Dagoll Dagom”. Castrillo-Ferrer comentaba que, si se lo dan, va a ser “un premio muy repartido, porque todo el equipo nos lo hemos currado mucho”. Y es que en el ‘Cabaré’, que usa canciones de Boris Vian, Miguel Ángel Remiro es el autor de la música y los arreglos, Blanca Carvajal la responsable de las coreografías, ManoloPellicer de la escenografía y Marie-Laure Bénard, del vestuario. También colaboraron en el montaje José Luis Cano, Carlos Grassa e Isidro Ferrer. Castrillo-Ferrer ha dirigido además‘


ALTOARAGÓN. "Cabaré de caricia y puntapié" opta al Max al Mejor Musical (ver en pdf) 

La compañía de teatro de la actriz oscense Carmen Barrantes, El Gato Negro, opta al Max al Mejor espectáculo de Teatro Musical por "Cabaré de caricia y puntapié", varias veces representado en Huesca.


PREMIOS MAX. La compañía aragonesa ‘El gato negro’ y la actriz Ana Labordeta, finalistas en los Max (ir a la página)

Aragón también tiene su representación dentro del listado de finalistas de la XIII Edición de los Premios Max de las Artes Escénicas. La compañía de teatro El gato negro opta al Max al Mejor espectáculo de Teatro Musical por Cabaré de caricia y puntapié.

La curvatura de la córnea

Escrito por JAVIER LÓPEZ CLEMENTE
Jueves, 10 diciembre 2009

Cabaré de caricia y puntapié  (ir al blog)




La compañía El Gato Negro en coproducción con el Centro Dramático de Aragón presenta, en el Teatro Principal de Zaragoza, la obra “Cabaré de caricia y puntapié”, una tesis doctoral sobre algunas de las canciones de Boris Vian. Un tipo que derrochó ironía y talento es sus facetas de ingeniero, novelista, dramaturgo, poeta, traductor, músico y cantante hasta que murió de un infarto en 1959 a la edad de treinta y nueve años.
Lo han leído bien. El público, pese al cartel anunciador y al espacio donde se desarrolla, disfruta de la lectura de una tesis doctoral, un texto que nació a partir de un trabajo de improvisación del equipo artístico de esta producción, y esa condición lo deja abierto a constantes mutaciones, a pequeños guiños por los que se cuela la actualidad. El espectáculo se construyé sobre una disertación en torno al triángulo isósceles tipo AVV. Los matemáticos enamorados, los registradores de la propiedad y los tesoreros de fincas rústicas ya saben de lo que hablo: Una triada explosiva formada por el amor, la violencia y el vecindario. Una forma geométrica que reúne una decena de composiciones musicales de Boris Vian; traducidas por Alberto Castrillo-Ferrer, director del evento, y arregladas con elegancia por Miguel Ángel Remiro para llevarnos, entre otros, a los terrenos del jazz, del cha-cha-cha y del rock and roll.
Todo esta dispuesto para que el espectáculo universitario vaya más allá de la lectura de unos folios. La gran novedad de la presentación de esta tesis es la utilización del escenario como recurso pedagógico, de esa manera, el entorno cabaretero de bambalinas y candilejas se puebla con los personajes que Boris Vian imaginó para componer sus canciones.
La parte más ortodoxa de la crítica teatral ha dicho que en el comienzo de la función suele producirse un incidente que embarulla el argumento y la trama. No hagan caso. Es cierto que algunas veces las cosas no salen como estaban previstas — vaya descubrimiento pensarán— pero para eso se creó esa máxima que dice: El espectáculo debe continuar, y les aseguro que continúa. Es posible que el día que vayan a ver esta función el orden lógico del discurso se altere, ustedes no lo hagan, relájense en sus asientos y ya verán como todo fluye por el territorio de lo comprensible.
Carmen Barrantes y Jorge Usón serán sus guías, dos camaleones sobre el escenario con la energía y la intención de regalarnos una sinfonía de personajes, dos actores cantantes en constante mutación amorosa, la cara y cruz de ese sentimiento que siempre oscila entre una caricia y un puntapié: Una masoquista, dos carniceros franceses a ritmo de tango y la búsqueda de un aceptable tono académico. Un tío, su sobrino y la bomba atómica. Una abuela, su nieta y el materialismo. Un pijo, un desertor y dos intelectuales a hostias. Una alocada secuencia donde los actores alternan papeles al más puro estilo cabaretero con las coreografías de Beatriz Carvajal para acentuar el humor de las situaciones, y la dificultad de un trabajo vocal, bajo la batuta de Raquel Agudo, que imprime personalidad propia a cada uno de los números musicales.
“Cabaré de caricia y puntapié” es la excusa perfecta para olvidar la melancolía y dejarse mecer por el humor. La receta que estaban esperando contra la gripe estacional: Un puñado de excelentes canciones, dos actores en estado de gracia y el aderezo de la risa.

Opinión: "Cabaré de caricia y puntapié"

Escrito por JOAQUÍN MELGUIZO CANAL
Viernes, 11 de Diciembre de 2009 20:08

Pasen al cabaré
Lugar y día: Teatro Principal de Zaragoza. 9 de diciembre de 2009

Largos y merecidos aplausos se escucharon en un concurrido Teatro Principal a la finalización de "Cabaré de caricia y puntapié", el espectáculo que ha realizado El Gato Negro, en coproducción con el Centro Dramático de Aragón, sobre canciones Boris Vian, artista crítico y polifacético (músico, compositor, novelista, dramaturgo, poeta) que, aunque poco conocido entre nosotros, fue una figura imprescindible de la bohemia parisina de los años cuarenta y se ha convertido en un nombre de culto en Francia.
La propuesta que firma Alberto Castrillo-Ferrer (hace poco dejó una muestra de su buen hacer teatral con su magnífica versión de "El mercader de Venecia") no se limita a tomar un puñado de canciones y aliñarlas con cualquier hilo pseudo-argumental hasta rellenar una hora y media de
espectáculo. Muy lejos de esto, este cabaré de El Gato Negro se sustenta en una compleja e inteligente estructura dramática que se mueve por diferentes planos (el universo de las canciones de Boris Vian, el juego metateatral, la historia de tesis doctoral que vertebra el espectáculo) acompañada con solidez por las coreografías de Blanca Carvajal, el acertado vestuario de Marie-Laure Benard y el diseño escenográfico de Manolo Pellicer que plasma sobre la escena el ambiente cabaretero (candilejas, biombos a modo de bambalinas…) y posibilita el rico juego de movimientos, entradas y salidas, que llenan de dinamismo el espectáculo.
Hay un buen trabajo dramatúrgico (tal vez lo más flojo sea la escena de Colette) que se convierte en cuerpo, palabra y gesto, por medio de una precisa (nada sobra ni es superfluo) puesta en escena muy teatral, con un magnífico manejo del ritmo, con capacidad para sorprender, con ideas, que integra brillantemente trabajo actoral, canciones y coreografía en un todo coherente que convence, comunica, llega y transmite.
Y naturalmente, un sobresaliente trabajo interpretativo (sorprendente Jorge Usón, excelente Carmen Barrantes). Actúan y cantan con seguridad y desparpajo, llenando el escenario, inundando la platea de autenticidad, entregándose en cada uno de los variopintos personajes que se enseñorean sobre la escena. Todos creíbles, todos entrañables, todos reconocibles,
todos tocados por la magia del teatro. Una propuesta de calidad y llena de
diversión. Imprescindible.

Joaquín Melguizo Publicado en Heraldo de Aragón, 11 de diciembre de 2009 (ver en pdf)

Humor en la vanguardia

Escrito por JOSE SANCHEZ MENDOZA
Martes, 3 de febrero de 2009

Escena. El Gato Negro lleva al Teatro Arenal 'Cabaré de caricia y puntapié', basado en las canciones del controvertido Boris Vian
Lugar y día: Teatro Arenal (Mayor, 6). Del 3 al 28 de febrero. De miércoles a sábado: 23.00 horas.

Ignoto en nuestro país, Boris Vian es al mundo de la cultura lo que Leo Bassi al de la escena: un puñetazo en el estómago, una fuerza de la naturaleza brutal y pendenciera. El terror de los tabúes. Ingeniero, cantante, escritor, poeta e inventor, este Da Vinci underground no se andaba con chiquitas en sus obras: zoofilia, masoquismo y violencia eran habituales en canciones, poemas y novelas. En general, este hombre se chupaba los dedos con todo lo que fuera susceptible de escandalizar a la Francia de los 40 y 50, un horno de ideas que, después del desgarro del colaboracionismo, estaba para pocos bollos.
Ahora, medio siglo después de su muerte, se estrena en Madrid el Cabaré de caricia y puntapié, un viaje a través de su legado musical en forma de fábula coral con 16 personajes y sólo dos actores. Amor, violencia, humor y causticidad se dan la mano en esta producción de la compañía El Gato Negro. Y todo en un diminuto escenario de tres metros cuadrados. Se da la circunstancia de que el espacio que ocupa el Teatro Arenal, que acoge la obra, dio cobijo en su día al difunto Salón Rex, impulsado por Azorín para introducir las vanguardias escénicas en Madrid. En muchos aspectos, Cabaré de caricia y puntapié fue, y es, pura vanguardia. «Es una obra provocadora que sigue la estela de su fuente de inspiración, que fue el paradigma del desafío a las convenciones», señala el director, Alberto Castrillo Ferrer, «todo lo hilvana una historia que no podemos desvelar. Sólo puedo decir que haremos un viaje fantástico cabalgando en las canciones de este genio».
El reparto se reduce a dos intérpretes que, de entrada, sorprenden por su disparidad física. El cuerpo de Carmen Barrantes se antoja liliputiense al lado de la rotunda anatomía de Jorge Usón. Ellos son Doris y Boris, maestros de ceremonias de un circo bohemio que se aprieta un poco más y no respira. «Supone todo un reto dar vida a 16 personajes en un espacio tan pequeño. Además, nos atrevemos a cantar. Aquí, sin embargo, el tono vocal se adapta a la personalidad de cada personaje. No esperéis que hagamos gorgoritos como barítonos», advierte ella. Los más que probables gallos, justificados están. El, por su parte, está convencido de que, «a pesar del tiempo transcurrido desde que Vian escribió las canciones, la ironía y la profundidad que exudan son perfectamente trasladables al presente».
El equipo proclama casi al unísono que este cabaré superconcentrado funciona como evasión, pero también como diversión inteligente, que invita a la reflexión y anima a la crítica. Y no se preocupen, que no tendrán que dejar a los niños en casa de sus abuelos. Sobre la base de este enfant terrible, se ha edificado una obra apta para todos los públicos. Como lo oyen. «Es un espectáculo cercano, con sus momentos de ternura, del que se pueden sacar muchas enseñanzas. En anteriores representaciones, hemos hecho disfrutar por igual a niños y abuelos». Edad indicada: de cero a 99 años, ambos inclusive. Provocación y machacamiento de convenciones y dogmas a través de la música.

José Sanchez Mendoza Publicado en El Mundo, 3 de febrero de 2009